La tristeza aparece cuando nos ocurre algo que nos desanima o nos desilusiona; cuando estamos en alguna situación de separación, de pérdida o de fracaso.
La tristeza suele aparecer cuando las cosas ya pasaron y no antes de que ocurran; y nuestra energía disminuye. También puede ocurrir cuando sentimos deseos muy grandes de lograr algo pero sabemos que eso que queremos es imposible de lograr.
Una característica importante de la tristeza; es que en ella, tenemos la percepción de que no podemos hacer nada para recuperar lo perdido o conseguir lo no logrado. Hay una sensación general de incapacidad, de falta de fuerza y de indefensión. No sabemos qué va a pasar y no podemos controlarlo.
Es la principal emoción asociada al llanto; nos sentimos con menos fuerza, menos energía. Hay poco ánimo, pocas ganas de hacer cosas, desaliento, aparece el pesimismo (todo lo vemos mal) y hay una reacción de auto compasión; que es cuando nos vemos a nosotros mismos como si no tuviéramos muchas posibilidades de sentirnos mejor.
Nuestros hábitos de sueño y de alimentación cambian o dejamos de disfrutarlo.
Es característica la sensación de tener un nudo en la garganta y la pérdida de entusiasmo o interés por las actividades cotidianas.
Aunque no lo creas, la tristeza puede ser muy útil en nuestra vida: nos ayuda a comunicar a los demás cuando nos sentimos vulnerables, cuando necesitamos consuelo y amor. Nos impulsa a comunicar que necesitamos protección y ayuda.
Nuestra energía y velocidad para actuar, bajan; así que nos hace posible observar y valorar cosas que de otra manera no les ponemos atención.
La tristeza además, tiene una utilidad social ya que envía mensajes en medio de situaciones de conflicto; que ayudan a que el enojo de los demás se calme. La tristeza, como ves, nos ayuda a unirnos con los demás, a calmar las emociones demasiado intensas; por eso su principal función es la de llevarnos a la reintegración.
Cuando la tristeza aparece en tus hijos, hay cosas que podemos hacer:
- Dale su lugar a la emoción. No está mal sentirse triste: si no siente ganas de hacer nada ni de ver a nadie, es válido hasta que se sienta mejor.
- Recordarle que si quiere llorar, está bien que llore. De hecho, casi siempre nos sentimos mejor.
- Recuérdale que puede pedir un abrazo como consuelo o hablar sobre lo que provocó esa tristeza.
Cuando se sientan más tranquilos, explícale que, aunque haya ocurrido algo que no le guste y lo haga sentir mal, siempre podrá poner su atención en las cosas buenas que tiene o que puede hacer.